Hace unos días que escuché esta frase y me encantó. Suma perfectamente la actitud habitual de “ya me encargaré de ese tema cuando no quede más remedio”. Se aplica bastante al mundo de la salud con frases como “Pero hay que disfrutar de la vida ¿no?” o “De algo hay que morir”.
De vez en cuando, me encuentro en la situación tan agradable de poder acompañar a alguien a mejorar sus hábitos “porque sí”, “porque no quiero enfermar” o “para evitar que este síntoma, con la que podría vivir perfectamente, vaya a peor o se convierta en algo más grave”. Lo que no hace atractivo una terapia de estas características es el hecho de que requiere una inversión (de tiempo, dinero, esfuerzo mental, creatividad en la cocina etc) sin resultados especulares a simple vista.
Todos podríamos vivir con temas como:
– Ganar un 1kg de peso extra cada año, sin pensar en qué pasará de aquí a 20 años, claro.
– No ir al baño cada día aunque será mejor no saber todas las toxinas que estás reabsorbiendo durante esas 24h.
– No recordar la última vez que tenías ganas de sexo mientras no tienes en cuenta que es natural y sano tener un buen deseo para ayudar a procrear a la especie.
– Notar gases e hinchazón después de las comidas pero será mejor no pensar en los bichitos indeseados dentro de ti que están creciendo por encima de lo que es sano.
– Sufrir de cualquier síntoma pre-menstrual, sobretodo porque nos han contado que esto es parte de ser mujer o que te ha tocado “la lotería” de tener malas reglas y es lo que hay.
– Tener la necesidad de echar una siesta después de las comidas cuando lo ideal es que la comida te aporte energía en vez de restártela.
– Notar ligeros dolores físicos cuando te dicen que es parte del proceso de envejecimiento para todos.
– No despertarte nunca sintiéndote descansad@ cuando el dormir es tan importante como beber agua.
– Ser incapaz de predecir tus reacciones ante cualquier input externo al no tener las riendas de tus emociones.
…pero ¿sabías que todos son síntomas que nuestro cuerpo nos está susurrando “algo no va bien” o que no estamos en equilibrio? Si no le hacemos caso y no tratamos el problema de base (no solo suprimiendo el síntoma), llegará un momento (y lo digo con riesgo de sonar fatalista) en el que el cuerpo nos gritará de forma insoportable. Antes de llegar a ese punto, confía en tu instinto. Si sientes en tus entrañas que algo no va bien, no lo deseches de lado. No pierdes nada en hacerlo mirar.
Prevención se parece mucho a la terapia anti-envejecimiento. Todos estamos envejeciendo cronológicamente pero se puede calcular la edad biológica y ¡se han visto muchos casos de volver atrás las agujas del reloj con cambios muy sencillos de hábitos de vida! Hablo de llenarte de nutrientes que evitan que las células se desgasten. Los anti-oxidantes y los polifenoles son los Reyes de este juego. Los encontramos en frutas y verduras de colores variados y mínimamente procesados y cocinados. Al vapor, escaldados, encurtidos (fermentados), macerados o ligeramente salteados son buenas preparaciones que mantienen los nutrientes intactos si no se pueden o no se quieren comer crudos del todo. Hablo de mantener tu flora intestinal equilibrado. Hablo de comer comida de verdad, cargado de nutrientes. Hablo de mantenerte activ@ físicamente. Hablo de tomar momentos para relajar y desestresar. Hablo de dar prioridad al descanso cuando es necesario.
Nada que no hayas oido ya pero una vez empieces a aplicar, das un cambio de 180 en la actitud hacia tu cuerpo. No se trata de combatirlo ni suprimirlo. Se trata de amarlo, respetarlo, escucharlo y honrarlo con lo que se merece ¡por tener que ir cargando con nosotros durante una vida entera!