Cada vez que cocinamos, creamos.
Cada vez que montamos un plato más o menos equilibrado, creamos.
Cada vez que sazonamos, creamos.
En mi opinión, no se puede separar nutrición y creatividad. Imaginamos con plato con un sabor, una textura, un resultado corporal tras su ingesta. Visualizamos un estado emocional, energético y físico después de comer dicho plato. ¡Esto en el mejor de los casos!
Cierto es que, al menos que propiciemos acontecimientos que despierten nuestra creatividad, esta sociedad está montado para premiar productividad lineal, constancia y previsibilidad. Esto choca bastante con esta necesidad innata humana de ser creativ@s. Nos encontramos “produciendo” las recetas de siempre, en la cantidad necesaria para alimentar a l@s con l@s que compartimos mesa y a las horas que nos lo exigen. ¡Normal que, así, nos aburra cocinar!
Yo lo he dicho siempre:¡: para mí, entrar en la cocina es mi terapia. Es un lugar donde los colores, los ingredientes, los olores, los ruidos, los sabores, las temperatura y las texturas se entremezclan de una forma totalmente imprevisible (¡Para luego, tener un efecto imprevisible en mi familia también!). ¡Me encanta!
Por favor, no dejes de experimentar en la cocina. Es alquimia pura. Sal de la rutina de vez en cuando y vuelve a apasionarte por la nutrición creativa.