¿Quieres saber por dónde empezar a hacer una alimentación saludable?
No existe la dieta perfecta para todo el mundo. Todos somos tan distintos, con metabolismos variados, estilos de vida únicas y con puntos débiles en lugares diversos de nuestros cuerpos. A pesar de tener esto claro, leemos teorías nutricionales que parece ser que están grabados en piedra, aportándonos beneficios inverosímiles que nos llevarán a una muerte segura y dolorosa si ignoramos. Procuro no ser dogmática y estoy abierta a escuchar e investigar sobre las diversas hipótesis que se me presentan. Testo por kinesiología, pauto, leo, investigo, pruebo en mi…que si dieta disociada, macrobiótica, sin gluten, vegano, dieta líquida, crudivorismo, anti-inflamatoria, paleo, ayunos varios…Cada una puede valernos en algún momento de nuestras vidas y durante un tiempo determinado ¡nunca se sabe!
Eso sí, tengo claro que para quien ande un poco perdido y esté llevando una dieta “tradicional” a la que solemos llamar erróneamente “mediterránea”, hay unos primeros pasos que llevarán a sentirse mejor ¡sin vuelta atrás!
1. solo comer comida – parece obvio pero, si nos despistamos, podríamos alimentarnos a diario de cosas que parecen comida sacadas de paquete, transformadas y llenas de aditivos y sustancias químicas irreconocibles para nuestro cuerpo. Busquemos alimentos en la forma más parecida a como nos los dio la naturaleza: cereal en grano mejor que harina, legumbres, frutos secos crudos, verduras de temporada cruda y fresca, fruta sin empaquetar ni encerar, semillas, pescado de pesca en mar (no de piscifactoría) y carne ecológica. Sí, este paso requiere planificar y cocinar pero también verás un ahorro en la lista de la compra y en las visitas a la farmacia.
2. vigilar las proteínas animales – existen también las proteínas vegetales y antiguamente se consumían bastante en estas tierras. Es hora de recuperar las legumbres, las semillas (¡pura vida!) y los frutos secos (sin tostar, salar, ni freír). Es más fácil que nos pasemos comiendo proteína que quedarnos cortos. Un exceso de proteína animal nos tensará, nos cargará de hormonas y antibióticos (si no es ecológica) y nos hará sentirnos muy atraídos por los azúcares, el alcohol, el café, el cacao…para compensar esta tensión que crean en nuestros cuerpos.
3. mantener los niveles de azúcares bajas – ya tenemos una idea de qué nos ayudará a no añorar este subidón rápido de dulzor (ver punto 2). El azúcar no solo es un anti-nutriente (lo cual quiere decir que nos rapta de nutrientes) sino que también crea una dependencia brutal. Altera nuestros mecanismos de hambre-saciedad lo cual convierte el perder peso en una misión imposible. Además, la subida y bajada continua de azúcar en sangre complica la gestión de emociones. Si quieres ayuda con este tema, no dudes en contactarme para tener tu pauta personalizada.
Fotos de Raquel Banchio