Últimamente, todo consejo nutricional que doy pasa en algún momento por plantear el concepto de recordar cómo se hacía antes que se refiriéndose a nuestros abuelos, antes de la Revolución Industrial o antes de que existían las comodidades que tenemos hoy en día. Uno de estos nuevos hábitos que está causando más daño de lo podemos empezar a imaginar es la hiper-esterliziación. Vamos a ser sinceros ¿de verdad creemos que vamos a ganar la batalla a todos estos seres vivos invisibles al ojo humano? Me refiero a las bacterias, levaduras, protozoos, virus etc ¡Están en todas partes! Me acuerdo de las prácticas de microbiología cuando un leve roce de la pipeta sobre tu bata era capaz de contaminar la muestra y echar a perder el experimento por completo.
De hecho, tenemos 10 veces más células no-humanas en nuestro cuerpo que células humanas. Sí, somos un auténtico ecosistema de seres que nos acompaña en nuestras vivencias. (Ver vídeo TedX para quién controle el inglés) Hasta tal punto que nuestras vivencias afecta muchísimo a este ecosistema, para bien y para mal. Un ejemplo demasiado común es un brote de candida albicans después de una situación de estrés. Nuestra flora beneficiosa se ve reducida por estas emociones negativas y el hongo no deseado (que ya habita nuestro cuerpo pero que se mantiene “a raya” gracias a las bacterias beneficiosas) se encuentra libre para crecer y provocar los síntomas tan desagradables.
Tenemos bacterias, parásitos, virus, protozoos, levaduras etc viviendo en la boca, en los ojos, en glándulas mamarias, en tracto urinario, en genitales, en la piel…Si te da un poco de asco imaginar esto, mi consejo es: si no lo puedes ganar, únete a él. Vamos a intentar que los seres que nos beneficien, que nos protegen y nos dan equilibrio mental y física crezcan a su máxima plenitud. Y comiendo todo esterilizado NO es la solución. Los alimentos fermentados se han comido desde el principio de los tiempos. Son una fuente inagotable de nutrición y equilibrio microbiano mucho más allá de nuestros conocimientos racionales. Hablo de toda verdura encurtida (pickles) como la col, los pepinillos, las zanahorias…, de los productos lácteos sin pasteurizar, de la miel cruda, del miso, del tempeh, de los yogures, la kombucha, el kéfir y ¡seguro que me dejo alguno!
Hemos de tener cuidado al comprar estos productos para asegurar que no hayan sido pasteurizados ¡nos interesa ingerir estos “bichitos” vivos! Nos ayudan a digerir, a evacuar, producen serotonina a nivel intestinal, nos protegen frente a enfermedades y mucho más. Son los auténticos probióticos de la Naturaleza, no las cápsulas de los laboratorios. Invitémosles a formar parte de nuestro ecosistema y alimentémosles bien con las sustancias prebióticas naturales que hay en los alimentos (plátanos, cebollas, ajos, boniatos, manzanas, puerros, alcachofas, espárragos y guisantes, por ejemplo).