Este mes, por razones personales, estoy muy en contacto con el AMOR y he estado reflexionando bastante sobre qué es. Es un término difícil de definir pero, más de una vez, se confunde con la alimentación. A las madres sobretodo, nos dejamos llevar por el amor hacia nuestros hijos con ese instinto de que “si come, todo está bien”. Es totalmente irracional y si no tomamos conciencia, podemos crear un hijo con trastornos alimenticios al romper su relación sana con la alimentación y mezclarla con emociones. Otro ejemplo, sería el intentar arreglar una pelea con alguien haciéndole unas galletas caseras o el llevar una caja de chocolates a un enfermo ingresado.
Ninguno de estos gestos tiene sentido nutricional sino que son actos de amor llevados hacia la comida. ¿Porqué hacemos esto? ¿Es sano? Yo recuerdo la primera vez que mi hija se dio cuenta que era algo “distinta” al resto de sus compañeros de clase porque no le traía chuches para merendar. Cuando me preguntó porqué, me salió del alma la frase “Es que te quiero demasiado”. En mi cabeza tenía total sentido, pero una vez pronunciadas las palabras me di cuenta que iba en dirección contraria de lo que nos rodea habitualmente. Los abuelos expresan su amor a los nietos a través de ChupaChups y los novios a través de bombones.
Quisiera hacer un llamamiento a todos l@s despiert@s para que expresen sus sentimientos hacia sus más queridos a través de cremas de calabaza con hinojo, quinoa con pesto y hamburguesas de lentejas con algas ¡Atrévete a nadar en contracorriente porque cuanto más seamos, menos “raros” se sentirán nuestros queridos y más despiertos y sanos serán!