Todas las dietas equilibradas tienen una propiedad en común: la abundancia de las verduras locales, de temporada y ecológicas en cada comida. Las ensaladas en verano son muy socorridas pero, de repente, cuando hay bebés en casa, puede ser que te encuentres haciendo dos comidas con tal de adaptarte a todos. Los bebés no se llevan muy bien con la lechuga y las hojas verdes crudas por dos razones. La principal y más obvia es la falta de dientes para masticarlas. Todo lo que no se mastica, saldrá en el pañal tal como ha entrado. La otra razón es por su exagerada percepción del sabor amargo. Lo notan mucho más que los adultos y esto les protege de los venenos naturales (que suelen tener este sabor) pero, al mismo tiempo les hace tener aversión por estas verduras.
Las cremas de verduras, tan habituales de las noches de invierno, no entran con tanto gusto cuando los termómetros superan los 30 grados centígrados. Os propongo algunas ideas para presentar las verduras de forma sana y apetecible a todos los miembros de la familia.
– se pueden hacer ensaladas de verduras escaldadas (en agua hirviendo 2-4 minutos y luego enfriados con agua) y aliñadas como una ensalada (con aceite, vinagre, semillas trituradas…)
– hacer cremas frías estilo vichyssoise (como en la foto arriba). Se puede usar nata vegetal para los intolerantes o veganos. Se pueden añadir verduras como hinojo, calabacín blanco, puerro, cebolla tierna, ajo….¡a experimentar!
– añadir germinados o brotes a cualquier plato como aliño. Su alto contenido de nutrientes les hace parecer un plato de verduras “concentrado”.
– acompañar un plato con zanahoria, calabacín, remolacha rallados finamente. Se pueden macerar en zumo de limón y/o aliñar con aceite de buena calidad, según el gusto de cada uno.
– añadir verduras encurtidas a los platos como acompañante. Al haber pasado por el proceso de fermentación, son mucho más digestivos y tienen un ligero sabor ácido (que puede gustar o rechazar por completo!). Aconsejo empezar por pepinillos o chucrut de herbolarios y dietéticas que no habrán sido pasteurizados después de envasar y, por lo tanto, aportarán lactobacillus beneficiosos para el cuerpo.
– añadir algas a la dieta. Tienen todos los minerales de las verduras en cantidades concentradas así que, con menos cantidad, estás nutriendo igualmente.
– permitir que coma toda la fruta fresca y cruda que quiera. No vas a crear un bebé obeso alimentándole con alimentos naturales. Si su cuerpo le pide crudo y lo que mejor digiere es la fruta ¡pues adelante! Esto puede incluir los aguacates…un auténtico súper-alimento.
Espero haberos inspirado. Mamis/Papis creativ@s, si tenéis alguna idea más o receta a añadir a esta lista ¡no dudéis en compartírmela!