Supongo que te habrás fijado en la cantidad de niños alérgicos que nos rodean hoy en día ¿a que esto no parecía ser así en nuestra juventud? Las alergias tanto alimentarias como ambientales están en auge y, sobretodo si hay un componente genético, tu hijo tiene más probabilidades de ser alérgico ahora de lo que tendría hace 40 años. Todos conocemos a algún peque con asma, eccemas, piel atópica, bronquitis asmática crónica, alergia estacional o a algún alimento ¿Qué podemos hacer para minimizar este riesgo?
1. Podemos empezar ya desde el embarazo: Está demostrado científicamente que una buena exposición a bacterias beneficiosas desde temprana edad reduce la incidencia y gravedad de dermatitis atópica y asma. Tomar un buen probiótico y evitar el uso innecesario de antibióticos en el último trimestre del embarazo permitirá que tu hijo esté expuesto a un microbioma más equilibrado al nacer ¡sobretodo si pasa por el canal de parto en un parto vaginal en vez de una cesárea!
2. Si el parto ocurre por cesárea, podemos introducir una gasa estéril en la vagina unos minutos, pasarlo por la cara de nuestro recién nacido y hasta dejar que la chupe un ratito. Así le sembramos con un buen cultivo de inicio como si hubiera nacido por vía vaginal.
3. Ya desde bebés, es importante que no nos obsesionemos con la excesiva higiene. Se ha demostrado que el contacto con la naturaleza, jugar en la tierra, estar en contacto con animales, el permitir el pH natural de la piel (sin el uso de jabones abrasantes a diario)…reducen la probabilidad de alergias como eccemas y asma.
4. La lactancia materna es un modulador perfecto del sistema inmune. Tiene la capacidad de ofrecer defensas ante patógenos reales y de relajar su respuesta ante sustancias que no tendrían que hacer daño al cuerpo (polvo, pelo de animales, leche, gluten, huevos…). Si sospechas que hay algo en tu leche que no le está sentando bien – si ves que se vuelve quejicoso después de las tomas o que empieza a tomar con ganas y se empieza a inquietar durante la toma y la acaba dejando – prueba de eliminar TODO lácteo de origen vacuno de tu dieta. Dale unas semanas de observación con esta dieta estricta y, si ves que mejora, sabrás que las proteínas de la leche de vaca que pasaban a través de tu leche eran los culpables. (Es terriblemente común; criamos humanitos no terneritos)
5. Una vez llegada el momento de empezar con la Alimentación Complementaria es interesante ofrecer los alimentos más alergénicos (soja, gluten, proteína de la leche de vaca, pescado azul, marisco, clara de huevo, frutos secos, fresas, melocotón, piña,…) de uno en uno y observando desde cerca. Si se hace en dosis pequeñas, todavía durante la época de lactancia materna, alejado de otros signos de alerta de enfermedades y de la administración de una vacuna y en un momento en que su sistema digestivo parece que está funcionando bien, reducimos el riesgo de que haga una reacción indeseada ante dicho alimento. Entre los 10 y los 14 meses puede ser buen momento pero esto depende de cada caso particular.
6. Tengamos cuidado a qué toxinas está expuesto nuestro hijo: Hay una enorme cantidad de sustancias químicas en nuestro entorno que no estaban cuando nosotros éramos pequeños y esta sobrecarga es, en gran medida, la razón de estos sistemas inmunes tan hiperreactivos y el aumento de alergias y enfermedades auto-inmunes. Leed los ingredientes de las vacunas antes de ponérselas. El aluminio se añade para que el sistema inmune reaccione más creando anticuerpos y es así como se inician las alergias. Algunas vacunas están cultivadas en huevo de gallina por lo que se inyectan, según el lote, muestras de albúmina de huevo junto a otras sustancias que animan al sistema inmune a fabricar anticuerpos. Esto puede ser una explicación sobre el aumento de alérgicos al huevo, por ejemplo. Mi consejo es mirar bien los ingredientes y elegir aquellas marcas de la misma vacuna que no contengan estas sustancias, aunque no sean financiados. El comer comida ecológica (libre de pesticidas, hormonas y antibióticos), vivir en lugares de aire limpio (con menos polución), el usar cosmética natural (sin parabenes y otros derivados del petróleo) y tratar enfermedades con remedios naturales (minimizando la ingesta de medicamentos) son algunas ideas para reducir la cantidad de sustancias químicas tóxicas que entran en el cuerpo de tu hijo. Esto mantendrá su sistema inmune más calmada y solo tendrá que lidiar con patógenos de verdad.
Estos consejos son un primer paso para reducir el riesgo y la gravedad de una alergia pero quiero destacar que, además, a la larga, estaremos reduciendo la probabilidad que te desarrolle una enfermedad auto-inmune, otra de las epidemias que están arrasando nuestro “mundo desarrollado”. ¡Espero que os hayan servido!