La legislación nacional y europea nos protege, hasta cierto punto, y obliga a que aparezca una información mínima veraz en las etiquetas de los alimentos procesados. El problema reside en que, por el resto, hay mucho engaño posible. Realmente, nos tenemos que volver “Detectives en el Supermercado” tal y como se titula este libro de Michael Pollan que leí hace años y que me abrió los ojos a este tema tan básico en la salud nutricional.
La etiqueta nutricional mandatoria se divide en dos elementos con información complementaria. Por un lado, encontrarás la LISTA DE INGREDIENTES que te indica todo lo que contiene en orden descendiente de cantidades. Aparecen los ingredientes principales y toda sustancia química añadida, tanto en forma de aditivo alimentario como las sustancias usados en el proceso de fabricación que se pudieran haber colado en el producto final.
Por otro lado, encontraremos la TABLA DE VALOR NUTRICIONAL que habla de la porción estimada que consumiremos, las calorías, macronutrientes (proteínas, carbohidratos y grasas) y algún micronutriente (sodio, azúcar, calcio, hierro, vitamina D etc.) por 100ml o por 100g (o por porción). Nos puede detallar, además, los tipos de grasas (saturadas, colesterol y trans, por ejemplo) y los tipos de carbohidratos (fibra y azúcares). Esto nos permite comparar con otros productos similares y tomar elecciones más saludables. A veces, esta información obligatoria cuesta de encontrar en la etiqueta del producto y está en letra MUY pequeña pero ¡es aquí donde reside los datos interesantes sobre lo que vamos a comprar!
A todo esto, el resto de la etiqueta puede llevarnos a creer que lo que vamos a comprar es una buena elección y de forma muy engañosa. No te dejes engatusar por el papel de color reciclado, la imagen de un animal en un entorno de ensueño o muchas hojas verdes como decoración. A menudo se usan palabras como:
- Healthy
- Natural
- Premium
- Receta casera – receta de la abuela .- receta tradicional
- Saludable
- Máxima Calidad
- Mediterránea
- Bajo en….Sin X añadido….
- Alta en fibra
..las cuáles no tienen porqué reflejar que sea una buena elección de compra.
Siempre saca tu lupa y lee la tabla de valor nutricional y la lista de ingredientes. Calcula tu mism@ el tamaño de porción que comerás porque, a veces, se reduce aleatoriamente el tamaño de porción para que los números de la tabla de valor nutricional no parezcan demasiado espantosos. Sospecha que el producto en manos no sea una buena elección si:
- aporta mucha azúcar
- contiene mucho sodio
- tiene poca fibra
- contiene grasas trans
- tiene una lista larga de ingredientes de los cuales no reconoces muy bien qué son
- después de los ingredientes principales ves 4 ó 5 aditivos alimentarios diferentes (sobre los peligros e inocuidad de los aditivos alimentarios recomiendo esta web para discernir con ciencia detrás)
El azúcar puede aparecer con más de 50 nombres distintas, lo cual nos puede dar a pensar que no lleva azúcar el producto porque no vemos la palabra como tal en la lista de ingredientes (en la web de aditivos alimentarios encontrarás una lista). Cuando nos trasladamos a la tabla de valor nutricional, encontraremos en gramos, la cantidad exacta de azúcar que contiene 100g o 100ml del producto. Se ha traducido “lo dulce” que pueda contener el alimento, en azúcar, independientemente de si proviene de pasta de dátil o sirope de ágave. Esto es un ejemplo de la utilidad de las etiquetas nutricionales.
El tema daría para un libro entero pero, espero que este post, te ayude a empoderarte a la hora de tomar decisiones en el supermercado. Lo más importante, sería que más de la mitad de lo que comes NO TENGA ETIQUETA y ¡así no hay necesidad de hacer los cálculos! Una manzana o una calabaza no necesitan una etiqueta nutricional lo cual minimiza los errores nutricionales que podríamos estar cometiendo.