Se empieza a notar que llegan los meses más fríos del año. Los días se hacen más cortos y no conseguimos tantos rayos solares como antes. Observamos como los temibles mocos invaden el hogar y cruzamos dedos que no “llegue a más”. Voy a compartir con vosotros, lo que yo creo más importante para maximizar la capacidad de sistema inmune en los más peques de la casa:
1. Nuestra primera barrera de defensa es la flora intestinal. Si tenemos un buen equilibrio de microbios en nuestro cuerpo, el sistema inmune puede estar a punto para atacar cualquier otro microbio que pueda estar creciendo por encima de lo que debiera, que sea virus, que sea hongo, parásito o bacteria. Aquí hay un producto probiótico diseñado para poder administrarse desde el primer día de vida. Esto es especialmente importante en bebés que hayan nacido por cesárea y que no hayan podido pasar por el canal de parto inoculándose con su primera barrera de defensa, bebés que hayan nacido de mamás que hayan tenido que tomar antibióticos antes de dar a luz, niños que hayan tenido que tomar antibióticos o quienes recientemente hayan pasado por una gastroenteritis.
2. La vitamina D es imprescindible para, entre otras cosas, unas buenas defensas. Es la vitamina que obtenemos cuando el sol incide en nuestra piel en un ángulo inferior a 45 grados. Durante los meses de invierno, en estas latitudes ya no disponemos de esta fuente gratuita y puede ser que por los meses de enero/febrero ya no nos queden reservas en sangre. Por esta misma razón, son en éstos meses cuando todos caen enfermos a nuestro alrededor. Aquí recomiendo un producto a una dosis ideal para niños. Con una gota al día hasta los 6 meses de vida y con dos gotas al día para los más grandes (hasta los 10 años), durante los meses de invierno ¡ya veréis qué diferencia!
3. La vitamina C está demostrado científicamente como acción inmunomodulador. Una vez instalado cualquier síntoma de que el sistema inmune está lidiando contra algo, el hacer un tratamiento de este anti-oxidante tan potente, puede acortar los días de enfermedad y su gravedad. Animal Parade es una gama que me encanta pautar a peques porque para ellos es como “un chuche” sano (cuidado que tienen fructosa).
4. Es muy importante respetar el ayuno si observas a tu hijo sin apetito. Sus instintos le llevan a un estado donde mejor trabajan sus defensas. Es importante asegurar que no se deshidrate ni que le falten sales minerales. ¿Os suena el tratamiento del caldo de huesos de toda la vida que nos daban nuestras abuelas cuando estábamos pochos? No iban nada mal encaminadas. Una sopa de miso, un caldo de verduras o, en los casos más graves, un suero isotónico, pueden asegurar que no falte lo básico en el cuerpo pero es muy importante no dar nada de azúcar. Cualquier pico de glucosa en sangre hará una parada abrupta al sistema inmune y dejará vía libre a la enfermedad. Permite que tu hijo regule su ingesta y que sea de alimentos sin azúcares. Si estáis todavía con lactancia materna, por muy pocas tomas que tenías, es lo mejor que puede tomar. No pasa nada si vuelve a vivir a base de tu leche de nuevo durante estos días. Tú también estás expuesta a la enfermedad y le pasarás nutrientes que suben las defensas, inmunoglobulinas, microbiota sana y a lo mejor los anticuerpos, también. ¡Todavía no se ha inventado una medicina tan perfecta!
5. Como último punto pero no, por ello, menos importante quisiera compartir una observación como madre y como terapeuta. Lo más importante para que nuestras defensas nos puedan proteger es tener un equilibrio emocional. Nuestro hijo se debe sentir seguro, arropado, protegido y querido durante un proceso inmune. Cualquier estrés hará pensar el cuerpo que hay un peligro de vida grave y hará parar el sistema inmune para entrar en un estado de “lucha o huida”. En otras palabras ¡la mejor medicina son tus brazos!