A veces, “menos es más”.
No hace falta pasar hambre.
No hace falta contar calorías.
No hace falta sufrir cada vez que se acerca una comida social.
No hace falta quedarte sin energía y con el cuerpo frío y desganado.
Llevo ya muchos años observando a mis clientes en consulta y hay TANTAS razones posibles por tener un sobrepeso que me niego a ponerles a pesar y medir. Por dar un ejemplo, ¡no tengo báscula en ninguno de los centros en los que trabajo! No se reduce a ingerir menos de lo que estás quemando. Esto sería sobre-simplificar por completo. Sería buena idea que te plantearas las siguientes preguntas:
¿Tienes una inflamación crónica de bajo grado?
¿Tus niveles de estrés son considerables y tiendes a no bajar de ese estado nunca?
¿Se descontrolan los niveles de azúcar en sangre de forma habitual? ¿Comes harinas blancas, azúcares, zumos de frutas, mermeladas, siropes etc. y/o sufres de bajones de azúcar con necesidad de picoteo constante?
¿Estás consiguiendo un sueño reparador casi cada noche?
¿Estás siguiendo la dieta que mejor te va o simplemente estás siguiendo la dieta de moda o comiendo “lo que pilles”?
¿Te encuentras comiendo en las horas del día que menos te convienen?
¿Tienes un desequilibrio de microbiota? Sufres de estreñimiento, diarrea, hinchazón, gases, reflujo o cualquier otro síntoma digestivo?
¿Sigues un régimen de ejercicio adecuado, placentero y que le esté sentando bien a tu cuerpo?
¿Te notas con las hormonas reguladas? Y no me refiero solo a tiroides, porque las sexuales y las circadianas también afectan directamente al peso!!
La lista continúa y se alarga…
Si no se tratan estos temas de base, es IMPOSIBLE conseguir y mantener un peso estable. ¿Te pica la curiosidad? La información es poder. Una vez entiendas que tu cuerpo solo está intentando adaptarse lo mejor que puede a las circunstancias que le rodean. Recuerda que, gracias a todos estos mecanismos, hemos podido sobrevivir las hambrunas repetidas en la historia y hemos podido llegar como especie al momento presente – un momento que no se parece en nada a las circunstancias vitales de antes! Mi consejo sería:
Primero, dale gracias a tu cuerpo por esos kilos de más
Segundo, quítale la razón por querer guardarlos.
Luego, aplica los cambios de hábitos necesarios y observa cómo tu cuerpo te lo agradece :-)