Carolina Harboe

Lactancia materna

¿Recibiste leche materna de bebé?

Quien haya venido a consulta privada conmigo ya sabe que ésta es una de las primeras preguntas que hago.  ¿Te habías planteado la razón por la que me interesa tanto?  En este post quiero compartir contigo algo de información científica sobre la lactancia materna y, al final, te cuento una historia personal.

Estamos en la Semana Mundial de la Lactancia Materna que se celebra del 1 al 7 agosto desde 1990 – año en la cual se firmó la Declaración de Innocenti en búsqueda de proteger, fomentar y apoyar este gesto sagrado para la salud.

Si naciste alrededor de los décadas de los ’70 y ’80 tuviste mucha suerte si recibiste el calostro (primer líquido que sale del pecho tras al parto y antes de la “subida de la leche” propiamente dicha y repleto de programadores de tus defensas más que de nutrición) de tu mamá ¡sin hablar de tener el lujo de mamar más allá de las primeras semanas de vida!  Era una “era oscura” de la lactancia materna y pocos bebés pudimos beber de un pecho más allá de los 6 meses (lo recomendado actualmente por la OMS).  Según dónde en el mundo decidiste salir del útero, es muy probable que tu madre recibiera poco apoyo (por no decir ninguno!!) con la lactancia materna y que, rápidamente, se te “enchufaría un biberón” al mínimo signo de incomodidad con la lactancia materna por parte de ambos.

Vamos al tema en cuestión ¿Qué repercusiones pudo tener esto en tu vida?  ¿Qué tendencias de salud vemos de adulto, resultantes de no haber tomado leche materna? ¿Qué síntomas podríamos atribuir a la calidad de esas primeras tomas en tu vida?

La leche materna le aporta a un/a bebé:

  • un vínculo fuerte con mamá lo cual le ayuda a tener confianza en la vida, en las personas, en las situaciones extremas, en la gestión de emociones etc.
  • una nutrición perfectamente adaptada a un ser humano y flexible según sus necesidades en cada fase de su desarrollo.  Esto permite un crecimiento óptimo de, sobretodo, (y demostrado científicamente) del sistema nervioso tan en auge en esas primeras semanas, meses y años de vida.
  • una mezcla de proteínas lácteas con digestión más fácil que las de otros mamíferos.  La digestión de la leche materna ocurre más rápidamente que una de fórmula infantil a base de leche de vaca o de cabra, lo cual puede resultar frustrante ya que las tomas no se espacian tanto pero ¡restamos energía digestiva y liberamos dicha energía para otras funciones corporales muy necesarias a esas edades! Reducimos, obviamente, el riesgo de cólicos del lactante.
  • una exposición a una leche que ofrece sabores ligeramente cambiantes, según el día, resultantes de la dieta de mamá.  Se ha visto que esto permite disfrutar, de más grande, de una gama más amplia de alimentos, condimientos, cocciones etc. en la dieta.  ¡En la variedad está la salud!
  • un aporte de prebióticos y microorganismos vivos como ingredientes recién descubiertos de la leche materna.  El/la bebé se va creando su equilibrio de microbiota gracias a este aporte.  La leche es un alimento vivo.
  • un buen entreno del sistema inmune que se da gracias al aporte de factores de transferencia, anticuerpos y esta mezcla de prebióticos junto con microorganismos vivos. Esto reduce considerablemente el riesgo de sufrir de alergias y enfermedades autoinmunes de mayor.
  • un alimento que se tiene que obtener a través de un gesto de succionar que permite un desarrollo óptimo de la mandíbula, el paladar y el resto de componentes bucales.  Permitimos que el/la peque tenga una boca saludable, respire libremente por la nariz, pronuncie correctamente las palabras cuando empiece a hablar….etc.
  • …¡y la lista continúa!

¿Ves que la leche materna no es solamente nutrición?  Podría haber realizado una entrada solo con los beneficios nutricionales de la leche materna pero hoy, quiero compartir contigo que si recibiste o no teta de bebé puede influenciar:

  • tus defensas ante infecciones
  • tu estado psicológico
  • tu microbiota
  • tu sistema nervioso, óseo, muscular, circulatorio, digestivo, excretorio, detox…
  • tu dentatura
  • tu elocuencia a la hora de hablar.
  • tu capacidad de respirar ¡el oxígeno es un nutriente “un poco” importante, también!
  • tu tendencia a alergias y/o autoinmunidad
  • tu coeficiente intelectual y tu inteligencia emocional…¡y seguro que me olvido de algo!

Lo último que quiero es despertar sensación de culpabilidad a todas aquellas madres que, por alguna razón, no pudo o no quiso dar de mamar a su bebé.  Esta emoción es muy destructiva y, como opinón personal, encuentro que se acentúa terriblemente con la llegada de la Maternidad.  El nacimiento de una criatura remueve muchísimo y este post no busca juzgar a NADIE.  Quiero despertar en ti una sabiduría de lo que podrían ser tus puntos fuertes o tus puntos débiles para prevenir cualquier síntoma desagradable.

Yo recuerdo, como si fuera ayer, cuando estaba en la Universidad de Granada y recibimos una clase sobre la lactancia materna.  Esa tarde llamé a mi madre y le pregunté ¿Mamáaaa, cuántos meses me diste de mamar?  ¿Sólo 8 meses? le respondí indiginadísima.  ¿Sabes que hay beneficios para la salud de mamá y para el bebé más allá de los 2 años?

Me constestó muy calmadamente:  “Con la edad que tienes tú ahora mismo (me miraba con 23 años viviendo la vida estudiantil a tope), ya había nacido mi segundo bebé y estaba viviendo en Arabia Saudí en los años ’80.  Contigo (yo soy la primera de dos bebés que tuvo mi mamá) había vivido los primeros dos años en la Zambia, obviamente, sin familia y sin apoyo sanitario ninguno”

¡Me invadió una avalancha de humildad! No he vuelto a juzgar a ninguna mami por las decisiones que toma con sus peques.  Cada historia es un mundo….¿Me quieres compartir el tuyo?

Imagen de @helena_wlt